La promesa de una solución rápida a su situación migratoria terminó siendo una estafa. Una inmigrante hondureña que reside en Texas perdió cientos de dólares tras confiar en supuestos gestores que le ofrecieron avanzar con su caso de asilo y obtener un permiso de trabajo.
La maniobra fraudulenta comenzó con una publicidad en redes sociales y derivó no solo en un perjuicio económico, sino también en un fuerte impacto emocional y en el temor por el uso de su información personal y la de sus hijos.
La mujer contó, en diálogo con Telemundo y sin revelar su identidad, que todo comenzó cuando buscaba asesoría legal para darle seguimiento a su solicitud de asilo e hizo clic en un anuncio que le apareció en redes sociales.
A partir de ese momento, recibió una serie de mensajes y llamadas que la convencieron de estar frente a un proceso legítimo. Incluso llegó a tener lo que parecía una cita virtual formal.
Según su testimonio, los contactos se presentaban como personas vinculadas a su trámite migratorio y, con el correr de los días, comenzaron a solicitarle dinero para avanzar con los supuestos procedimientos.
Primero, la inmigrante realizó un pago de 70 dólares y, más tarde, otro de US$550 que le dijeron correspondía a la gestión de su permiso de trabajo.
Los desembolsos se hicieron a través de aplicaciones de transferencias bancarias, un método que los estafadores le indicaron como válido.
“Todo parecía real”, dijo y contó uno de los momentos clave: “A las 9 de la mañana del 20 de noviembre tenía que estar lista y me mandaron el enlace y hablé con el agente de inmigración; hasta yo tengo una foto ahí, y hablé con una supuesta abogada de la organización Caridades Católicas de Texas Central”.
La mención a Caridades Católicas es central para entender el engaño. La propia organización advierte en su perfil de Instagram sobre este tipo de estafas y aclara que no se comunica con personas a través de redes sociales ni solicita pagos mediante aplicaciones de transferencias de dinero.
Para la inmigrante hondureña, las consecuencias van más allá del dinero perdido. Asegura que la experiencia le quitó la tranquilidad, ya que los presuntos delincuentes tendrían ahora información sensible, no solo de ella, sino también de sus hijos. Ese temor, explica, es hoy una de las mayores cargas tras haber confiado en un proceso que creía legítimo.
Este mismo año se detectó una modalidad de estafa digital que apunta directamente a personas migrantes de Estados Unidos y que se asemeja al caso de la hondureña en Texas.
A través de redes sociales, delincuentes se presentan como abogados de inmigración o supuestos funcionarios y ofrecen ayuda legal a cambio de dinero.
El engaño suele comenzar con perfiles falsos que imitan a profesionales reales: utilizan sus nombres, fotos y hasta logotipos para generar confianza.
Así ocurrió con Gilma Ramírez, una migrante guatemalteca que creyó estar en contacto con la oficina de una abogada de inmigración en TikTok. Tras varios intercambios, le pidieron datos personales y un pago de US$525 para avanzar con su trámite.
La verdadera abogada, Nicole Whitaker, confirmó que se trataba de una suplantación de identidad y advirtió que el miedo es un factor clave. “Cuando las personas están desesperadas por proteger a sus familias, se vuelven más vulnerables”, explicó en diálogo con The Washington Post.


