Aunque el desempleo volvió a bajar en la Argentina durante el tercer trimestre, los datos esconden una realidad menos alentadora: casi todos los puestos de trabajo que se crearon en el último año fueron cuentapropistas informales. Se trata de una paradoja que se profundizó durante el gobierno de Javier Milei y quedó expuesta en medio del impulso del oficialismo a una reforma laboral.
En un contexto de ingresos deprimidos, más personas están trabajando, pero en condiciones precarias, sin aportes ni protección social.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la informalidad alcanzó al 43,3% de los ocupados en el tercer trimestre de 2025, uno de los niveles más altos de los últimos años. El principal motor de ese avance fue el trabajo por cuenta propia informal, una categoría que explica buena parte de la baja en la tasa de desocupación.
El Gobierno celebró esta semana que el desempleo se redujo del 6,9% al 6,6% en un año, lo que equivale a unos 1,6 millones de personas sin trabajo si se proyectan los datos de los principales centros urbanos a todo el país. El ministro de Economía, Luis Caputo, por caso, resaltó en un posteo en X titulado “Resumen de una gran semana” que se habían generado 238.000 puestos de trabajo en los últimos 12 meses, junto a otros puntos como la baja del riesgo país, la media sanción del presupuesto y el crecimiento del PBI, entre otras cifras oficiales que se conocieron en los últimos días.
Las cifras son correctas y no responden a un efecto estadístico ni a una menor búsqueda de empleo. El desempleo bajó porque más personas lograron insertarse en el mercado laboral. Sin embargo, la clave está en qué tipo de empleo se está creando.
De acuerdo con un análisis de la consultora Econviews basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, casi la totalidad de los nuevos puestos corresponde a cuentapropistas informales: es decir, personas que trabajan por su cuenta, sin estar registradas ante el fisco ni realizar aportes y que tampoco trabajan para alguna pequeña o microempresa. En los últimos doce meses, este grupo sumó unas 226.000 personas.
“No estamos hablando de choferes de aplicaciones o trabajadores de plataformas de reparto cuando nos referimos a cuentapropistas informales. Se trata de gente que vende comida desde su casa, albañiles que no facturan, feriantes o pequeños fletes. Actividades que generan ingresos, pero que están completamente fuera del sistema”, explicó Daniel Schteingart, director de Desarrollo Productivo Sostenible de la fundación Fundar.
Este fenómeno va a contramano del objetivo del Gobierno, que apunta a incentivar la creación de empleo formal en el sector privado. La Ley Bases, sancionada a mediados del año pasado, incluyó cambios laborales orientados a facilitar las contrataciones, como la extensión del período de prueba, la reducción de multas por falta de registro y nuevas figuras para el trabajo independiente. Por ahora, los datos muestran que esas medidas no lograron revertir la tendencia.
Mientras tanto, la Casa Rosada impulsa una reforma laboral más profunda, con la que busca reducir los costos de contratar y despedir trabajadores. En el diagnóstico plasmado en el documento final del Consejo de Mayo, la alta informalidad se explica en buena medida por la presión impositiva y regulatoria que enfrentan las empresas a la hora de crear empleo.
Tras el dictamen favorable de esta semana, la jefa del bloque libertario del Senado, Patricia Bullrich, anticipó que el proyecto será tratado en febrero.
La magnitud del fenómeno se refleja en la composición actual del mercado laboral. En el tercer trimestre de este año había 6,2 millones de asalariados registrados en los principales aglomerados urbanos, frente a 3,6 millones de asalariados no registrados. A su vez, el universo de trabajadores por cuenta propia sumaba unos 3,4 millones de personas, de las cuales casi dos tercios —alrededor de 2,2 millones— eran cuentapropistas informales, sin inscripción ni aportes. El segmento de empleadores, en tanto, alcanzaba apenas a 428.000 personas.
Este reparto del empleo muestra que el crecimiento de la ocupación se concentra en los segmentos más frágiles del mercado laboral, mientras el trabajo asalariado formal permanece estancado.
Los números más recientes refuerzan la idea de un mercado laboral partido. Según la consultora Equilibra, el empleo por cuenta propia creció 8% en el último año, impulsado por un aumento del 12,1% entre los trabajadores informales. En cambio, los trabajadores formales crecieron apenas 1,2%. La informalidad entre los asalariados se mantiene en torno al 36,7%, mientras que en el total de los ocupados trepó al 43,3%.
Para Jorge Colina, presidente de Idesa, la falta de empleo formal responde a problemas estructurales. “Las empresas contratan más gente cuando la economía crece y cuando las reglas laborales no generan incertidumbre. En la Argentina, la actividad está estancada desde hace más de una década y las normas laborales desalientan la contratación”, señaló.
Al comparar el tercer trimestre de 2025 con el mismo período de 2023, previo al cambio de gobierno, el empleo total creció 2,3%, pero ese aumento se explicó casi exclusivamente por el trabajo por cuenta propia. En ese mismo lapso, el empleo asalariado registrado en empresas privadas cayó 3%.
Desde el sindicalismo también advierten sobre el deterioro en la calidad del empleo. Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma, señaló que la informalidad se mantiene en niveles elevados y que el mercado laboral “se ajusta por calidad y no por cantidad”.
“El trabajo por cuenta propia es hoy la categoría más dinámica. No porque haya más emprendedores, sino porque muchas personas no encuentran otra alternativa para generar ingresos. Por eso no vemos grandes saltos en el desempleo, pero sí un deterioro persistente en las condiciones de trabajo”, explicó.
La industria es uno de los sectores históricamente asociados a la generación de empleo formal y de mayor calidad, pero también uno de los rubros más castigados en los últimos años. Según el diagnóstico de los industriales, el combo de apertura importadora y una demanda interna que se mantiene débil impactó de lleno en la actividad y el empleo.
La Unión Industrial Argentina (UIA) alertó la semana pasada sobre la situación de la producción luego de que su presidente, Martín Rappallini, junto a la cúpula de la entidad, participara de una reunión con Caputo, en el Palacio de Hacienda. “En 2025, la actividad industrial estuvo signada por una dinámica productiva débil, heterogénea entre sectores y con impacto negativo sobre el empleo formal, con 4303 puestos menos en septiembre y una pérdida acumulada de 21.190 empleos en los primeros nueve meses del año”, advirtió la entidad.


