Si al cepillarte ves un poco de sangre y lo dejas pasar, no estás solo: es una de las señales más comunes —y más ignoradas— de que las encías están inflamadas. La gingivitis suele avanzar sin dolor fuerte, por eso muchas personas no la detectan hasta que el problema ya está instalado.
La buena noticia es que, a diferencia de otras enfermedades periodontales, esta etapa inicial puede revertirse con higiene adecuada y atención dental oportuna. Identificarla temprano es la clave para evitar que evolucione a un daño más profundo en dientes y encías.
La gingivitis es la etapa inicial de la enfermedad periodontal. Ocurre cuando las encías se irritan por la acumulación de placa bacteriana alrededor de los dientes. Según la American Academy of Periodontology, en esta fase las encías se ven rojas, hinchadas y sangran con facilidad, pero casi siempre sin dolor importante, lo que explica por qué suele pasar desapercibida.
Afortunadamente, la gingivitis no ha dañado aún el hueso ni los tejidos profundos que sostienen los dientes; por eso puede revertirse con una rutina de higiene estricta y una limpieza profesional. Si no se trata, puede avanzar a periodontitis, que ya implica daño irreversible.
De acuerdo con Mayo Clinic, las encías saludables son rosa claro, firmes y se ajustan bien a los dientes, la gingivitis altera ese aspecto, aunque a veces lo hace de forma lenta y silenciosa.
Señales tempranas más comunes:
En general, la gingivitis no causa dolor fuerte y no siempre se nota a simple vista. Si los síntomas aparecen de forma repetida durante varios días, lo recomendable es acudir al dentista.
La principal causa de la gingivitis es una higiene dental inadecuada, que permite la acumulación de placa sobre los dientes. Esa placa es una película pegajosa de bacterias que se forma todos los días y necesita retirarse con cepillado e hilo dental.
Este es el proceso por el cual la placa puede causar gingivitis:
Después de comer alimentos ricos en azúcares o almidones, las bacterias de la boca los descomponen y generan una capa casi invisible sobre los dientes. Si no se elimina diario, se acumula rápido.
Si la placa sigue ahí, se endurece bajo la línea de la encía y se transforma en sarro (cálculo). El sarro sirve como refugio de bacterias, irrita más la encía y ya no puede quitarse con cepillado común: requiere limpieza profesional.
La presencia continua de placa y sarro inflama el tejido gingival. Con el tiempo, las encías se hinchan y sangran con facilidad. Eso es gingivitis.
Además de la higiene, hay condiciones que facilitan la inflamación de encías: tabaquismo, diabetes, cambios hormonales (embarazo), algunos medicamentos que resecan la boca, estrés y falta de revisiones odontológicas. Estos factores aparecen como riesgos consistentes en guías clínicas periodontales.
Si no se trata, la gingivitis puede avanzar hacia la periodontitis, una enfermedad más grave que afecta el hueso y los tejidos que sostienen el diente. En esa etapa ya pueden presentarse retracción de encías, movilidad dental y, en casos severos, pérdida de piezas.
Además, la American Dental Association señala que la enfermedad periodontal crónica se ha asociado con problemas sistémicos como diabetes y enfermedades cardiovasculares, aunque esto no significa que una cause directamente la otra. Mayo Clinic explica que se debe a que comparten factores de riesgo (tabaco, inflamación crónica, dieta) y que la inflamación de las encías puede influir en el cuerpo en general.
Una forma más grave y poco común es la gingivitis ulcerosa necrotizante (también llamada “boca de trinchera”). Produce dolor intenso, úlceras y sangrado marcado. Hoy es rara en países con buena atención dental, pero puede aparecer cuando hay desnutrición, estrés extremo, inmunosupresión o mala higiene.
La gingivitis casi siempre mejora con medidas simples si se hacen con constancia:
La gingivitis es un problema frecuente, prevenible y reversible, pero solo si se detecta en sus primeras fases. La acumulación diaria de placa bacteriana y su transformación en sarro son el inicio del proceso inflamatorio, por eso el cepillado correcto, el uso de hilo dental y las limpiezas profesionales siguen siendo las medidas más efectivas.
Cuando se ignora el sangrado o la inflamación de encías, la enfermedad puede avanzar a periodontitis, con daño en el hueso y riesgo de pérdida dental. Ante síntomas persistentes, la recomendación es acudir al dentista para confirmar el diagnóstico y recibir tratamiento oportuno.


