Las defensas ucranianas neutralizaron 73 de los 99 drones rusos lanzados durante la madrugada del 25 al 26 de diciembre, en un ataque que incluyó el disparo de un misil balístico Iskander-M.
Este asalto aéreo ocasionó daños en infraestructuras y en tres barcos extranjeros en la región del mar Negro, lo que acentuó la preocupación por la seguridad marítima y el libre tránsito en aguas internacionales.
El ataque comenzó a las 18:00 horas del jueves con el lanzamiento de 99 drones de combate de los modelos Shahed, Gerbera y otros tipos, además del misil balístico que partió desde la Crimea temporalmente ocupada.
Los drones despegaron desde las regiones rusas de Briansk, Kursk, Primorsko-Ajtarsk y la propia península de Crimea. El despliegue de distintas tecnologías mostró una diversificación táctica rusa y una presión constante sobre el territorio ucraniano.
Hasta las 9:00 horas de este viernes, según datos preliminares, las Fuerzas Armadas de Ucrania interceptaron 73 drones en el norte, sur y este del país. Sin embargo, el misil balístico y 26 drones lograron impactar en 16 lugares diferentes, lo que derivó en daños materiales significativos.
En la región de Odessa, las consecuencias fueron especialmente graves. Dos embarcaciones extranjeras —una con bandera de Eslovaquia y otra de la República de Palau— resultaron dañadas en la costa de esta importante zona portuaria del mar Negro.
Los ataques provocaron incendios y desperfectos en almacenes de empresas civiles, en una barcaza y en varios ascensores.
En Mikoláiv, región vecina, los drones rusos impactaron en una terminal portuaria y produjeron daños en un tercer barco mercante, bajo pabellón de Liberia. Estos hechos demuestran el alcance internacional del ataque, al afectar embarcaciones registradas fuera de Ucrania y elevar el nivel de alerta sobre la seguridad marítima en el corredor del mar Negro.
El impacto incluyó incendios y daños en infraestructuras portuarias y logísticas, además de otras afectaciones a objetivos civiles y comerciales, agravando la presión sobre puntos vitales para el comercio y la cadena de suministro ucraniana.
La ofensiva alcanzó también el oeste del país, donde el nudo ferroviario de Kovel en la región de Leópolis sufrió desperfectos tras otro ataque aéreo. Este hecho evidenció el objetivo ruso de golpear infraestructuras estratégicas alejadas del frente, con consecuencias directas sobre los flujos logísticos nacionales e internacionales.
