En los últimos años, el verde se instaló con fuerza dentro de los hogares y espacios arquitectónicos. No hablamos sólo de plantas aisladas en macetas, sino de composiciones que dialogan con el diseño interior y exterior: ramos que acompañan una mesa de comedor, follajes que suavizan un living de líneas rectas o detalles florales que aportan frescura en una galería.
La buena noticia es que no hace falta ser “experto” para lograr un efecto de impacto. Muchas especies, accesibles y fáciles de cultivar, pueden convertirse en protagonistas de arreglos florales caseros o en puntos focales dentro de un proyecto de interiorismo con verde.
Las rosas siguen siendo una apuesta segura. Su presencia elegante y romántica nunca pasa de moda en el diseño floral, y en climas templados se pueden cultivar con relativo éxito en balcones o jardines pequeños. Las variedades trepadoras, como la ‘Pierre de Ronsard’ o la ‘Iceberg’, son ideales porque ocupan poco espacio y ofrecen producción continua de flores en primavera y verano.
Imaginá un ramo con rosas suaves sobre una mesa de roble, o un muro cubierto de trepadoras que, con su perfume, complemente la materialidad de un espacio de lectura o un estar con grandes ventanales.
Las lavandas, especialmente especies como Lavandula dentata, aportan no sólo color sino una fragancia que se extiende por el ambiente. Este detalle olfativo potencia el diseño: no es lo mismo ingresar a una galería con plantas que a una que abraza tus sentidos.
Por su parte, las dalias ofertan una gama de formas y colores vibrantes que pueden elevar ramos y centros de mesa con facilidad. Su floración extendida y sus texturas variadas —desde pétalos simples hasta formas más complejas— las convierte en favoritas de los floristas y diseñadores.
Un jardín o una simple maceta pueden proveer elementos perfectos para arreglos casuales. Flores como el topinambur (una especie con abundante floración dorada) o los alegres tallos de taco de reina, con su presencia fresca y hasta comestible, son aliados perfectos para composiciones que buscan un aire relajado, casi espontáneo.
En espacios más sombríos, las violetas de los Alpes —con sus flores delicadas— agregan un toque de color que se percibe incluso en interiores sombreados.
Para interiores con una paleta neutra o materiales sobrios, integrar piezas exóticas como la Strelitzia reginae —llamada flor del paraíso— aporta un acento escultural y de gran porte. Su inflorescencia sugestiva permite crear arreglos audaces, perfectos para espacios amplios o lofts con doble altura.
En zonas de clima templado, otras plantas tropicales como las monsteras o alocasias son tesoros de diseño: sus hojas amplias y geométricas establecen un lenguaje visual que acompaña interiores contemporáneos con materiales como hormigón, metal o madera natural.
Más allá de las flores, los follajes son protagonistas: un manojo de hojas bien elegido puede transformar un espacio sin necesidad de colores intensos. El eucalipto cinerea, con sus hojas grises redondeadas, aporta un perfume tenue y una textura elegante —ideal para ramos colgantes o centros de mesa—.
Los helechos, como el asparagus Ming, o gramíneas como Chasmanthium latifolium, suman movimiento y un carácter orgánico que equilibra la rigidez de muchos interiores urbanos.
Agradecemos a JARDIN su colaboración en esta nota.


