La rambla de Menton Garavan conduce al centro histórico de la ciudadLa rambla de Menton Garavan conduce al centro histórico de la ciudad

La riviera exclusiva que combina arte e historia y seduce a celebridades

2025/12/28 14:00

La Riviera Francesa parece hecha a medida de princesas y celebridades, y, por eso mismo, puede resultar intimidante para el viajero que repasa varias veces el presupuesto antes de subirse al avión.

Sin embargo, más allá de los yates de tres pisos, los casinos y las tiendas de lujo, la realidad es que esta privilegiada costa del Mediterráneo francés recibe con los brazos abiertos, y hasta con alivio, al turista de a pie curioso por descubrir sus tesoros.

En Port Vauban, el “muelle de los multimillonarios” de Antibes, futbolistas que ganan fortunas, protagonistas de películas taquilleras y miembros de la realeza contemplan el refugio de artistas como Matisse, Chagall y Picasso, junto a los impresionantes jardines naturales donde limones y hierbas de la Provence crecen silvestres.

El elegantísimo interior del casino de Montecarlo

Una buena manera de llegar es vía Barcelona y conectar con otro vuelo de poco más de una hora a Niza, ombligo de la Costa Azul. Decir exactamente dónde comienza y dónde termina la Riviera Francesa despierta polémicas: está claro que arranca –o concluye– en Menton, en la frontera con Italia, pero hacia el sudoeste algunos dicen que el otro extremo es Antibes, otros que se extiende hasta Cannes, y otros la llevan hasta Saint-Tropez.

Moverse por la Costa Azul en auto puede ser complicado: las callecitas estrechas y empinadas de sus pueblos, sumadas a los escasos lugares de estacionamiento libre, resultan estresantes. Por eso optamos por el eficiente tren del SNCF. La estación Nice Saint-Augustin está a metros del aeropuerto de Niza; desde allí abordamos el tren hacia Menton, nuestro pueblo base. Nos bajamos en la segunda estación, Menton Garavan, la última en territorio francés (el tren termina en la próxima, Ventimiglia, Italia).

Vista panorámica desde la terraza del Museo Picasso, en Antibes

A pocas cuadras de la estación se encuentra el Napoléon, un hotel de pocos pisos frente al mar, dirigido por Pilar Guyot, una peruana encantadora con los mejores consejos para recorrer no sólo Menton, sino otros puntos de la riviera.

Elegimos Menton por ser una ciudad pequeña y tranquila, de apenas 30.000 habitantes y poco tránsito. Fundada en 1200, formó parte del principado de Mónaco y es muy fácil recorrerla a pie. En media hora de caminata por la rambla llegamos desde el hotel hasta la playa de Sablettes, en el centro, donde destaca el cartel de “Menton” en grandes letras azules, al estilo de muchas ciudades turísticas. La vista es de postal: el mar turquesa de un lado, la silueta del casco histórico del otro, en la ladera de la colina, con fachadas en rosados, amarillos, naranjas y, sobre todas, el campanario de la iglesia San Miguel Arcángel, del siglo XV.

Un sector de la única gran playa de Niza está reservada para los deportes de agua

Detrás del cartel nace la calle peatonal Rue Longue, que atraviesa las calles sinuosas y estrechas del centro histórico. A paso lento nos detuvimos en tiendas de souvenirs donde se repiten la lavanda y el limón en todas sus formas: jabones, imanes, bolsitas perfumadas para la ropa, licores, helados y mermeladas.

En Menton nace también la ruta invisible de los pintores que eligieron la Costa Azul para inspirarse frente al mar. Aquí está el museo de Jean Cocteau, poeta, pintor y director de cine. Repasa su prolífica carrera y exhibe, entre otras piezas, el afiche de La bella y la bestia (1946), la primera versión cinematográfica del relato tradicional. Un aviso de su presencia lo teníamos en el hotel Napoléon, donde sus clásicas siluetas azules decoran las habitaciones.

El limón es el símbolo de Menton. Por eso celebra su fiesta en febrero y tiene su propio jardín, La tronneraie, con 80 especies del cítrico amarillo. No se puede obviar el aporte de un argentino: el restaurante Mirazur, único con tres estrellas Michelin en Menton, del platense Mauro Colagreco.

El Palacio Grimaldi, un tesoro para visitar en el segundo estado más pequeño del mundo.

El tren de la SNCF no sólo es la mejor opción para moverse, sino una forma de disfrutar del paisaje por la ventana. Hamacados por el chacán-chacán, vemos playas o costas rocosas, manchones turquesas o azules según la profundidad del mar y la impagable vegetación silvestre de la Provence, llena de flores.

Apenas diez minutos separan Menton de Mónaco. Pocas cuadras bastan para sentir el glamour máximo de la Costa Azul. Imposible competir con hombres y mujeres que parecen desfilar en pasarelas de Milán o París. Incluso de día, en buses locales, lucen carteras, zapatos y relojes con nombre y apellido.

Mónaco es el segundo estado más pequeño del mundo, después del Vaticano. Su centro histórico recuerda que fue feudo de la familia italiana Grimaldi, con lazos a Francia e Italia hasta su independencia en 1861. Allí sobresale el Palacio del Príncipe, donde vivieron Rainiero III y la princesa Grace, figura que popularizó la Costa Azul más que cualquier campaña de publicitaria. ¿Quién no recuerda sus guantes blancos al volante de un descapotable junto a Cary Grant en Atrapa a un ladrón de Alfred Hitchcock, recorriendo esta costa?

Músicos callejeros en los arcos del mercado de flores Cours Saleya, en Niza

La actriz abandonó su carrera en Hollywood a los 26 años para casarse en 1956 con el príncipe Rainiero III en la Catedral de Nuestra Señora Inmaculada, visitable hoy. Allí descansan sus restos, y a pocas cuadras está el Palacio del Príncipe, hogar de los Grimaldi por 700 años y residencia actual de Alberto II, primogénito de la pareja. Varias salas abren al público; lo ideal es llegar al mediodía para el cambio de guardia. La audioguía en español ayuda a comprender su historia y apreciar los frescos renacentistas italianos.

El casino de Montecarlo, ícono de la belle époque e inspiración de películas como las de James Bond y Ocean’s Eleven con George Clooney, es visita obligada. El gran hall de entrada y la elegante cafetería son de acceso libre, pero hay que pagar para jugar. Curiosamente, ningún monegasco juega: la princesa Carolina les prohibió el ingreso.

El parque que rodea el casino compite en exotismo y belleza con los jardines de la Costa Azul: suculentas y flores se multiplican entre árboles y obras de arte. La familia Grimaldi creó el Camino de las Esculturas Rainiero III, con obras de los artistas Botero y Anish Kapoor, y una dedicada a Juan Manuel Fangio, ganador del Gran Premio de Mónaco en 1950 y 1957.

Desde los Jardines San Martín se accede a la Roca, a los pies se ve el Puerto Fontvieille

Hoy circulan por sus calles Ferraris, Lamborghinis, Porsches y Bentleys que se estacionan frente a la playa Larvotto para darse un baño en el mar. No sorprende que los 40.000 monegascos tengan un ngreso per cápita de unos 250.000 dólares.

De vuelta al tren, la próxima parada es Niza, corazón de la riviera glamorosa. Desde la ventanilla asoman estaciones cercanas e invitadoras: Cap-d’Ail, Eze-sur-Mer, Beaulieu-sur-Mer y Villefranche-sur-Mer, adonde iremos desde Niza.

Niza, quinta ciudad más poblada de Francia, resiste el turismo masivo si se evitan julio y agosto. El punto de partida es la Promenade des Anglais (“Prom” para los locales), bulevar de siete kilómetros que bordea la bahía de los Ángeles.

La Vieux-Nice es el barrio histórico de Niza, de calles estrechas, sinuosas y peatonales donde los bares toman las veredas

Se llama así porque los ingleses se instalaron a fines del siglo XIX huyendo de la bruma y el frío. Más tarde fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Una rambla ancha corre entre el bulevar y la playa, por donde circulan bicicletas, patinandores, locales y turistas. Algunos se sientan en los bancos azules –color ícono de la zona– a contemplar el horizonte salado. El mar con olitas amables es un buen plan para el chapuzón, pero hay que tener en cuenta que la playa es de grandes piedras redondas que obligan a utilizar un calzado de agua. Cruzando el bulevar están los grandes hoteles como Le Negresco y el palacio Lascaris; en la punta, el reloj de sol Rauba Capeu (“robasombreros”, en el dialecto local), homenaje a los caídos en la Primera Guerra Mundial. El curioso nombre se debe a que en esa esquina el viento sopla sorprendentemente fuerte.

En su cruce con los Jardines de Alberto I, el bulevar Promenade des Anglais cambia de nombre por Quai des États Unis. A la altura de la playa Ponchettes está la Vieux-Nice (“Niza Antigua”), el casco peatonal. Deambular sin un destino fijo –sin Google Maps– lleva tarde o temprano al mercado de flores de Cours Saleya, una postal toscana. Perderse entre sus callecitas adoquinadas y terrazas ocultas es ideal. La influencia italiana en la arquitectura es clara: enseguida damos con la mismísima Place Garibaldi. Niza fue territorio italiano hasta 1860, cuando se cedió a Francia.

Otra plaza mayor es Place Masséna, en la intersección de la Prom y avenida Jean Médecin: eslabón entre el casco histórico y la ciudad moderna. La Fuente del Sol, con Apolo en el centro, rodeada de baldosas rojas y blancas, cuenta con siete estatuas iluminadas de Jaume Plensa en su explanada, punto de encuentro habitual. Flanquean la plaza Galerías Lafayette y edificios rojizos con persianas azules.

Los nizardos están muy orgullosos de su gastronomía, por eso distinguen con un sello de autenticidad a los restaurantes que respetan sus raíces. Para conocerla, se impone una visita al Marché de la Libération: puestos callejeros con pescados fresquísimos, quesos artesanales y verduras orgánicas. Imposible no tentarse y probar una porción de pissaladière (especie de focaccia con anchoas, cebolla confitada y aceitunas negras) o de socca (torta de garbanzos parecida al fainá). Y, después, almorzar en un restaurante encantador como Le Bistrot des Serruriers, en una calle escondida de la Vieux Nice, donde el chef recrea clásicos locales. Sería imperdonable dejar Niza sin tomar un helado en Arlequin, del maestro italiano Roberto, que cuenta con dos locales y elabora los mejores de toda la región.

El Marché Provençal de Antibes

En la ruta de pintores, tras Cocteau en Menton, en Niza hay museos dedicados a Matisse, donde se encuentra la mayor colección de obras del pintor, y a Marc Chagall, donde se exhiben 17 lienzos bíblicos que el artista donó al Estado.

Villefranche-sur-Mer, que vimos desde el tren, es la playa de arena fina más cercana a Niza. Se puede ir en bus regular o con el turístico, que siempre es una buena forma de conocer los puntos de interés y escuchar información en el camino. Así nos enteramos de que Villefranche-sur-Mer fue el lugar elegido por los Rolling Stones para grabar uno de sus álbumes en 1971. Desde su marina zarpan barcos para espiar las mansiones construidas en el cabo Saint-Jean-Cap-Ferrat. Con un plano en la mano, seguimos las indicaciones: la casa de Édith Piaf, la del escritor inglés Somerset Maugham, la del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, la del hijo de Matisse y la del inventor de las máquinas de coser Singer. Hay quienes dicen que Sting, Madonna y Richard Branson también tienen una casa en este cabo.

Paseo en bus por las calles de Niza

Las mansiones pueden recorrerse a pie; algunas están abiertas al público, como la Villa Kérylos (1902), de estilo griega, o la Villa Ephrussi de Rothschild, de inspiración renacentista, con espléndidos jardines. Sobre la costa de Villefranche, la más célebre de todas, Villa La Leopolda, que perteneció a la familia Agnelli, luego a los Safra, y fue residencia del personaje de Grace Kelly en Atrapa a un ladrón de Hitchcock.

Quienes se encuentren cansados después de recorrer a pie las colinas de Villefranche y Saint-Jean-Cap-Ferrat, hallarán un pequeño oasis en la playa des Marinieres, a la que se accede bajando por una larga escalera, con bares para comer algo fresco.

De nuevo a bordo del SNCF hacia el sudoeste, vemos por la ventanilla la extensa playa de Cagnes-sur-Mer antes de llegar a Antibes, la ciudad más amurallada de la riviera. Su protección original es hoy una pasarela natural con vistas al mar y al casco histórico. Primero griega, luego romana y más tarde feudo de la familia Grimaldi, en 1481 se integró a Francia.

El limón está muy presente en Menton

A metros de la muralla, el château de los Grimaldi albergó a un residente ilustre en 1946: Pablo Picasso. Veinte años más tarde, en 1966, la antigua casa de la familia se convirtió en museo. Picasso donó varias obras; entre ellas, las pinturas La joie de vivre y Ulises y las sirenas, además de dibujos y cerámicas. Sus erizos de mar se convirtieron en talismán de la región. Después de recorrer sus salas –no lleva más de una hora–, la terraza trasera ofrece esculturas de otros artistas y vistas panorámicas: el Bastión Saint-André al este y el Cap d’Antibes al oeste.

Aquí, como en toda la Costa Azul, la buena cocina nace en el mercado. En Antibes, el Marché Provençal, donde además de productos frescos, también se venden flores, especias y aceites de oliva. Abre muy temprano por la mañana; durante el verano, por la tarde funciona una feria de artesanos.

Detrás está el barrio de Safranier, que es parte del casco antiguo y que, como curiosidad, tiene su propio alcalde. Lleva ese nombre porque era el distrito preferido por los comerciantes de azafrán, que ya no están, pero han dejado su huella.

En Antibes, hay varios indicios argentinos: Mauro Colagreco es el chef ejecutivo del hotel Villa Miraé desde hace pocos meses y la cordobesa Valeria Duarte atiende su propio negocio de papelería artesanal, Plié. Llegó a Francia por amor hace ocho años; su marido francés habla lunfardo y tienen una hija de cuatro. Hace poco más de un año abrió su local en el casco histórico, donde da rienda suelta a su creatividad diseñando a mano cuadernos únicos con materiales nobles. Extraña las milanesas, los alfajores y reírse en cordobés. Por eso cada argentino que la visita es la excusa para regar sus raíces argentinas.

Desde un punto de la muralla se divisa Port Vauban, el “muelle de los megamillonarios”. Yates fastuosos salpican la bahía como postal del lujo de la Costa Azul. Paparazzi con teleobjetivos como telescopios intentan captarlos in fraganti. Tal vez los ricos y famosos pierdan el verdadero atractivo de la Côte d’Azur: sus callecitas perfumadas a lavanda y limón.

El elegante barrio histórico de Niza

Datos útiles

Menton

Dónde dormir

  • Hotel Napoleon Menton 29 Prte de France. T (+33) 49335-895 . Encantador hotel de 4 estrellas de pocos pisos. Las habitaciones al frente tienen un pequeño balcón con vista al mar. Los desayunos son memorables. Desde € 250 la doble con desayuno.

Dónde comer

  • Pecora Nera Quai Gordon Bennet (playa de Sablettes). T: (+33) 49396-3038.Es el restaurante secreto de Mauro Colagreco. Pizzas y platos italianos a precios super accesibles. Pizzas desde € 13, burrata con pesto y piñones € 11. De viernes a miércoles, de 12 a 23.
  • Mont Goût Rue Patron 4. T: (+33) 49341-8686. Cocina de medio oriente, € 5 el platito (humus, tabule, labne). Platos combinados desde € 13. De lunes a viernes de 9 a 15 y de 17 a 21.

Paseos y excursiones

  • Museo Jean Cocteau Quai Napoléon III 5. T: (+33) 48981-5250. De miércoles a lunes, de 10 a 18. € 5.
  • Oficina de turismo de Menton Av. Boyer 8. T: (+33) 48393-7020.De lunes a sábado de 9 a 12 y de 14 a 18.

Niza

Dónde dormir

  • Villa Rivoli 10 Rue de Rivoli. T: (+33) 49388-8025. Antigua mansión de la Belle Epoque, a 100 metros de la playa y de la Promenade des Anglais. 24 habitaciones. Desde € 60 la doble con desayuno.
  • Le Windsor Jungle Art 11 Rue Dalpozzo. T: (+33) 4938-5935. Lleva 80 años en la misma familia. Cada habitación está intervenida por un artista. Hay un jardín y una piscina. Desde € 85 la doble con desayuno.

Dónde comer

  • Le bistrot des Serruriers 16 Rue des Serruriers. T: (+33) 41205-5560.Cocina de mercado en el barrio antiguo. Menú del día € 17. De miércoles a domingo de 11 a 22.30.
  • Catherine restaurante 22 rue Catherine Ségurane. T: (+33) 46500-0989.

Paseos y excursiones

  • Oficina de turismo metropolitana de Niza 5 Prom. des Anglais. T: (+33) 49214-4614.De lunes a sábado de 9 a 18, domingos de 10 a 17.
  • French Riviera Pass Son muy convenientes los pases por 24, 48 o 72 horas ya que incluyen el bus turístico, transporte y entradas a atracciones y museos no sólo en Niza, sino en Mónaco, Villefranche-sur-Mer y otros, como al Museo Oceanográfico de Mónaco, el Museo Matisse de Niza, La Villa Ephrussi de Rothschild en Saint-Jean-Cap-Ferrat, además del paseo en barco, una copa de champagne en el Casino de Jean Cap Ferrat, descuentos en tiendas y otros. Tarjeta de 24 horas € 30, 48 horas € 45, 72 horas € 65.
  • Museo Matisse Av. des Arènes de Cimiez 164. T: (+33) 49381-0808. Todos los días de 10 a 18, martes cerrado. € 12.
  • Museo Chagall Av. Dr Ménard. T: (+33) 49353-8720.Todos los días de 10 a 18, martes cerrado. € 8.

Mónaco

Dónde dormir

  • Novotel 16 Bd Princesse Charlotte. T: (+377) 9999-8300. Ubicado cerca del Casino, tiene una piscina en la terraza con excelentes vistas. Desde € 236 la doble con desayuno.
  • Fairmont 12 Av. des Spélugues. T: (+377) 9350-6500.Elegido para ver las carreras de fórmula 1 desde sus balcones, es un ícono de la ciudad. Cuenta con restaurante japonés Nobu. Desde € 404 la doble con desayuno.

Brunchs y té

  • Le Limún Sq. Beaumarchais. T: (+377) 9806-9848. Ubicado dentro del Hotel Hermitage, ofrece brunchs en un ambiente principesco. Huevos benedictinos € 36, brunch € 42 (incluye plato de frutas, tostada con palta, huevo y salmón ahumado, café, jugo y yogur). Abierto todos los días de 9 a 23.
  • Cédric Grolet Monte-Carlo Monte-Carlo Patio de l’Hôtel de Paris, Av. des Beaux-Arts. El servicio de té incluye bebida caliente, jugos, copa de espumante, sándwiches como el de salmón, caviar y queso crema, y pastelería como la pavlova de mango, y cookies, con el elegante marco del hotel. Precio de € 60 a € 95. También venden para llevar. Abierto todos los días de 9.30 a 19.

Paseos y excursiones

  • Palacio Grimaldi Place du Palais princier. T: (+377) 9325-1831. La visita incluye la visita a la colección de más de 100 autos de Rainero III, incluyendo los deportivos, clásicos y oficiales. Abierto de martes a domingo de 10 a 17. € 10 mayores de 18, € 5 niños de 6 a 18, menores de 6 gratis.
  • Museo Oceanográfico Av. Saint-Martin. T: (+377) 9315-3600. Fue dirigido por Jacques Cousteau. Tiene 4000 especies de peces y 200 de invertebrados. El edificio sobre el acantilado es imponente. Abierto de martes a domingo de 10 a 18. € 19.
  • Casino de Montecarlo Pl. du Casino. T: (+377) 9806-2121. Al mediodía abre el restaurante Salon Rose, consumición mínima € 40 por persona. A las 14 abren las salas de juego. Apuesta mínima € 10 en las máquinas tragamonedas. Estricto dress code para ingresar a las salas: no se admiten jeans con agujeros, bermudas, shorts, sandalias en los hombres, ni remeras sin mangas. Todos los días de 10 a 13, ingreso gratuito, hay tour con audioguía.
  • Oficina de turismo de Mónaco Blvd des Moulins 2a. T: (+377) 9216-6166.Todos los días de 9.30 a 17.30.

Antibes

Dónde dormir

  • La Place1 Av. 24 AoûT: T: (+33) 49721-0311.Hotel de apenas 14 habitaciones ubicado cerca de la playa como del centro histórico y del Marché Provençal. Desde € 90 la doble con desayuno.
  • La Villa Cap d’Antibes 23 Av. Saramartel. T: (+33) 49293-4800. Son 26 cuartos con balcón o terraza. Hay una piscina climatizada. Desde € 102 la doble con desayuno.

Dónde comer

  • Le Safranier 1 Pl. du Safranier. T: (+33) 49334-8050. Preparan platos del día como la clásica bouillabaisse € 36; ravioles de acelga con estragón € 24. De martes a domingo de 12 a 14 y de 19.30 a 21.30.
  • La Cour des Thés 14 Av. 24 Août: T: (+33) 49365-9702. Desayunos y platos ligeros como ensalada de alcauciles con jamón crudo € 20,50; tarte tatin, € 9. De lunes a sábado de 19 a 16.

Paseos y excursiones

  • Museo Picasso Place Mariejol. T: (+33) 49290-5420. De martes a domingo de 10 a 13 y de 14 a 18. € 12.

Compras

  • Plié 54 rue du Haut Castelet Local de cuadernos y papeles artesanales de la cordobesa Valeria Duarte. Abierto todos los días de 9 a 16.
  • Oficina de turismo Rue Fontvieille 2 bis. T: (+33) 42210-6010
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